martes, 26 de abril de 2011

Descubre qué se esconde tras un beso




Hormonas alteradas, glándulas a pleno rendimiento, sustancias químicas que afectan al cerebro... Y todo, en un beso. Permite detectar muchos datos de la otra persona, como la temperatura, el gusto, el olor...
Te quedarás sin respiración, correrá lava por tus venas, te desmayarás porque la sangre huirá de tu cabeza...”, escribía John Morris a propósito de su primer beso de amor hace más de 70 años. ¿Exagerado? No según los biólogos, que han comprobado que, cuando dos personas enamoradas se besan, se desata una cascada de procesos químicos capaces de producir una conmoción comparable a la que genera un “chute” de anfetaminas.

Más detalles

Durante un beso “de alta tensión” aumentan los niveles de dopamina (sustancia química cerebral asociada a la sensación de bienestar) y de testosterona (hormona relacionada con el deseo sexual) y las glándulas adrenales segregan adrenalina y noradrenalina, que aumentan la presión arterial y la frecuencia cardiaca. Por su parte, la glándula pituitaria, situada en la base del cerebro, libera oxitocina, hormona que, según nuevos estudios, ayuda a reforzar los lazos de pareja...

El efecto es tan turbador y encierra tantas promesas que, para algunos, supera al propio acto sexual. Lo de la oxitocina es interesante, porque estudios de la Universidad de California (EE.UU.), entre otros, han demostrado que, a través de esa sustancia, el beso crea o refuerza el deseo de establecer relaciones monógamas. Algo que deberían recordar quienes desean retener a una pareja demasiado volátil y que han comprobado ya muchos consultores matrimoniales ...

“Si quieres saber el grado de vinculación y atracción mutua que existe en una pareja, pregunta si siguen besándose en la boca; la ausencia de besos no es sólo consecuencia del deterioro de la relación, está también entre las causas del mismo”, explica David D. Coleman, un experto norteamericano que se autodefine como especialista en besos y tiene una página en internet.

Sustancias químicas

Por supuesto, hablamos de besos de verdad, besos como los de las películas de los años 50, que provocaban más electricidad en las salas de cine que todas las escenas de cama de la actualidad. “En esta era de sexo inmediato, la mayoría de la gente no le dedica al beso ni la importancia ni la atención que se merece”, escribe Tomima Edmark en “El libro de los besos” (Ed. Summit). “No saben lo que se pierden, porque el beso puede ser un fin en sí mismo”. Tomima pone condiciones para darlos: además de besar a la persona adecuada, con la que exista química física y mental, propone:
1. Elegir un lugar propicio: privado mejor que público; tranquilo mejor que ruidoso.
2. Escoger el momento oportuno, en el que sólo importe el latir de los corazones.
3. Ir despacio y con suavidad.
4. Establecer contacto visual con la pareja, porquelos ojos proporcionan datos vitales.

¿Y por qué cuesta tanto parar de besar después de un primer beso satisfactorio? También en este tema la biología tiene una respuesta: cuando besamos, el interior de la boca y los bordes de los labios segregan una sustancia química específica que hace desear más de lo mismo y, finalmente, más de todo.

Captador de feromonas

No deberíamos extrañarnos del poder del beso, si tenemos en cuenta que la zona del cerebro donde reside el control de la boca es mayor que la que controla los genitales. Para empezar, durante un beso se ponen en acción más de 30 músculos faciales. “En los labios hay músculos verticales, horizontales, circulares...”, explican cirujanos plásticos que estudian los mecanismos del beso para mejorar deformidades de la boca.

“Los labios, el interior de la boca y la lengua son de las zonas más exquisitamente sensibles del cuerpo humano”, según expertos en sexualidad del Instituto Kingsley (Reino Unido). “Cinco de los doce nervios craneales que afectan a las funciones cerebrales intervienen en el beso erótico –añaden–. Debido a las conexiones neuronales de labios, lengua y mejilla con el cerebro, un beso permite detectar en la otra persona muchos datos, entre ellos la temperatura, el gusto, el olor... En resumen: el beso sería una artimaña para captar las feromonas del otro, y ya se sabe que, en los animales, éstas señales olfativas emitidas por la piel o la saliva son un poderoso reclamo sexual”.

¿Y por qué nos dio a los seres humanos por besarnos como muestra de pasión? Para esto también hay teorías diversas. Una explicación es la de la alimentación. “En las sociedades prehistóricas, las madres alimentaban a sus bebés dándoles con su boca los alimentos ya masticados”, aclara Desmond Morris, autor del libro.

Intercambio de fluídos, fuente de salud

Como ocurre con todo lo placentero, al beso también le salen detractores. “Membranas mucosas contra membranas mucosas, el beso supone un gran riesgo para la salud”, escribió el médico francés Joseph Pourcel en los austeros años 50. Por fortuna, la ciencia pone hoy el beso en su sitio. “Si fuera malo, los seres vivos que se besan (varias especies de animales, además del hombre) hubieran desaparecido. Eso no ha ocurrido porque la mayoría de las bacterias de la boca y la garganta son inofensivas e incluso beneficiosas, y probablemente es esencial para nuestra supervivencia que intercambiemos gérmenes para reforzar nuestro sistema inmunológico”.

UN TERREMOTO DE PASIÓN EN CIFRAS

• Un beso acelera la velocidad respiratoria y el flujo sanguíneo mientras inflama una parte de la mucosa nasal, lo que potencia la capacidad olfativa.
• El calor en los labios se explica por este aumento repentino del flujo sanguíneo.
• Según los expertos, el pulso se multiplica y pasa de 75 pulsaciones por minuto a 150.
•Tras un beso apasionado, una pareja habrá quemado alrededor de 12 calorías, pero también, alrededor de dos millones de bacterias y 40.000 microorganismos habrán cambiado de propietario.
FUENTE
 http://www.hoymujer.com/
 

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